Huelga 14N

by Marcos · 20/11/2012

Cuando el pasado 29 de octubre en la Asamblea General del Sindicato acordamos convocar la huelga-paro general de 24 horas para el 14 de noviembre, lo hacíamos con el convencimiento que saldríamos de esta lucha con más fuerza que con la que entrabamos, a pesar de ser conscientes de tener circunstancias nada favorables, tanto sociales como de clave interna.

Todo el impulso que supuso la movilización desarrollada durante el mes de septiembre se perdía tras la abortada propuesta de paro de 24 horas el 31 de octubre, convocada en solitario por parte de la CGT. Ello nos supuso que durante el mes de octubre lo dedicáramos a debates internos, y encontrarnos tras estos, con apenas 15 días para poner en marcha toda la "maquinaria" de movilización del Sindicato, una toma de decisión favorable a la huelga del pasado 14 –N.

Por otra parte, un número no despreciable de trabajadores, incluidos afiliados, percibía que cualquiera que fuera la respuesta de la huelga no se plasmaría en resultados tangibles a corto plazo, y por ello se suscitaba su rechazo a participar en la misma, al ver sólo la pérdida de un día de salario, aun reconociendo que motivos sobraban para secundar ésta.

Con todo eso nos pusimos a trabajar, y el resultado de la huelga en Burgos podemos calificarlo, sin riesgo a equivocarnos, de un éxito de compromiso y de movilización.

Pendiente de una reflexión y puesta en común de lo que ha sido el 14-N, hay ciertos aspectos obvios, y que acotamos a continuación. Cada vez necesitamos menos tiempo para poner en marcha la maquinaria de movilización, tanto en las acciones previas (información y difusión de la convocatoria, etc.,) como en el propio día de desarrollo de la huelga, así como en la actuación de piquetes, logística, manifestación... La conclusión es sencilla: la maquinaria está engrasada cuando funciona. Solo por ello esta huelga ha sido un éxito para los trabajadores y para la CGT, que de esta forma vemos renovamos los valores de decisión y capacidad, frente al discurso y la práctica incapacitada del sindicalismo institucional y de gestión. Ello hace que podamos irnos planteando ya movilizaciones de mayor calado. Y esto es aquello que nuestros abuelos llamaban la "gimnasia revolucionaria".

En esta jornada de lucha los trabajadores asumimos un protagonismo como clase, por encima de siglas, autosuficiencias, exclusiones, dirigencias despreciativas, "buenrollismo", tácticas políticas,... Por unas horas tenemos claro quién es el "enemigo", tanto o igual como "ellos" lo tienen respecto de nosotros. Y donde la solidaridad y apoyo mutuo dejan de formar parte de los discursos teóricos para plasmarse en una realidad. También se descubren aquellos, como individuos o como organizaciones, a los cuales precisamente esta capacidad de clase no les vale y son capaces de las mayores ruindades. En definitiva, conseguimos un buen saco de autoestima como clase y como Sindicato, para continuar luchando y seguir aguantando "palos". No hay que olvidar que el mayor triunfo del capitalismo es hacernos creer que carecemos de identidad como clase.

Tampoco hay que obviar otro aspecto crucial, y no por ello menos importante, que es el hecho de que a lo largo de estas 24 horas de huelga los trabajadores cuestionamos al Estado como detentador del monopolio de la violencia, no usada por éste para defender la justicia, la libertar y la igualdad, sino para defender su organización social, basada en la desigualdad, el robo y la esquilmación de la tierra. Por ello, no nos extraña la rabia de declaraciones y de titulares de (sus) periódicos, de aquellos que confían en el Estado para defender sus privilegios.

Y por si existía alguna duda, el 14 de noviembre, además de ser un éxito de participación de huelguistas, de militantes en piquetes, de manifestantes, obreros y ciudadanos, sobre todo ha sido un éxito de dignidad y de unidad de la clase obrera. Un bagaje colectivo, organizativo, político y moral, que ahora no tenemos que dejar que se diluya.